sábado, 7 de septiembre de 2013

I'm Titanium Capítulo 3

Tras la muerte de mi hermana, creí que... Que ya no podía pasar nada peor, la quería tanto... Y la cuidé tanto tiempo... Casi creí que yo era su madre. Mi madre, por suerte no entró en una depresión; siguió trabajando, aunque conmigo no hablaba mucho. Supongo que se le hacia difícil el ver a su otra hija y pensar que era la única que le quedaba. Pasó un mes, y aunque su actitud mejoró en cuanto al trabajo, frente a mi... No. Poco después, corrieron rumores de que un hombre, había vuelto de la guerra y como no era de extrañar, todas la mujeres corrieron al ayuntamiento para darle la bienvenida y por supuesto, para comprobar si era uno de sus maridos. Mi madre y yo fuimos con la esperanza de que fuera uno de mis hermanos, o mi padre. Al llegar allí, el alcalde, nos recibió como si aquello fuese una fiesta, como si hubiera algo que celebrar; poco después, el hombre apareció en escena, ninguna mujer lo reconocía, y yo de lejos no lo veía bien, no sabía si era uno de mis hermanos, asique decidí abrirme paso entre la multitud de mujeres. Al llegar al encuentro, con mucha tristeza, pude comprobar que no era ningún miembro de mi familia. Poco a poco, todas las mujeres se marchaban, y nadie reclamaba al joven; si aquel chico no era reclamado volvería al frente de inmediato, por lo que decidí decir que era mi primo. Sé que no fue una idea del todo sensata, pero yo lo conocía, iba a mi colegio cuando éramos más pequeños, por lo que pensé que debía hacerlo.
Cuando mi madre vio lo que había hecho, se enfadó, no le parecía una buena idea meter a un chico en casa sin permiso de papá. Estuvo días sin dirigirme la palabra, pero a Carsten, así se llamaba, le hablaba con toda la amabilidad que conocía. Él se puso a trabajar en el campo para ayudarnos a sobrevivir, y aquello nos vino muy bien. Poco a poco, parecía que volvíamos a ser una familia. A los dos meses o por ahí, él y yo éramos buenos amigos, y me contó que le gustaba una chica, la hija del alcalde. Yo no podía contarle que me gustara algún chico, porque no había ninguno en la ciudad, excepto él y el alcalde. Y a pesar de que él era muy atractivo, no me atraía nada, y por otra parte, el alcalde tenía por aquel entonces unos... 50 años, y no resultaba agradable pensar en él de otra manera que no fuera estrictamente profesional.  Con respecto a la hija del alcalde, le di cuantos consejos se me ocurrieron para que la invitara a salir, y una noche, lo hizo. Volvió a casa tres horas después de haberse ido, me parecía pronto para una cita, asique le pregunté que tal le había ido. Y entonces me contó la historia.
> La hija del alcalde, Frieda, le había rechazado, por lo visto, estaba comprometida, y su futuro marido estaba en la guerra como muchos hombres, y ella esperaba su regreso ansiosa. El día que Carsten volvió a la ciudad, ella fue en su busca con la esperanza de que fuese su prometido, pero volvió a casa decepcionada.
Él, también estaba desilusionado, no pensaba que le fuera a rechazar siendo el único hombre atractivo de la ciudad, en general el único hombre. Y él era muy guapo, tenía el pelo castaño, un poco rizado, con un remolino en la coronilla. Sus ojos eran verdes, con algunos toques marrones y otros azules, unos ojos únicos. Era alto, y tenía buen cuerpo, era muy simpático y daba gusto hablar con él.
Aquella misma noche, fui a su cuarto para comprobar que estaba bien, tras una hora de charla, risas,  le besé, me arrepentí al momento y le pedí perdón, pero entonces él me devolvió el beso. Para mi fue toda una sorpresa, pero una sorpresa agradable. Pasamos la noche juntos, y a la mañana siguiente, recogí mi ropa y me fui a mi cuarto para que mi madre no me gritara. Carsten y yo, no hablamos del tema, sino que lo dejamos pasar. En realidad, lo prefería, sería incómodo.
Un mes después, enfermé, me entró una fuerte fiebre, y deliraba. Mi madre, asustada por que me pasase lo mismo que a mi hermana,  decidió sacar el dinero y llevarme al médico. Me dijo que no tenía de que preocuparme, aquello era normal, a mi no me lo parecía, pero a él si, al menos en mi estado.  Durante varios minutos, la sala quedó en un total y absoluto silencio, yo solo me fijaba en las preguntas que por mi mente rondaban; ¿qué significaba eso de que era normal? Poco después, mi madre hizo la gran pregunta.
-¿Qué significa eso de que es normal en su estado?
Sin más, el médico me miró y soltó la bomba
-Su hija está embarazada; va a ser un embarazo complicado, le recomiendo mucho reposo
Estaba embarazada. Yo no quería a ese bebé, a ningún bebé, solo era una adolescente, y aquello solo había sido un error. Por aquel entonces, yo no lo amaba, y él a mi tampoco por lo que decidimos no tenerlo. Mi madre, para variar, estaba en contra de mis decisiones, pero yo no quería ese niño, ni su padre tampoco, por lo que aquella decisión era inmutable. A las pocas semanas, tuve un aborto natural, sin haberlo planeado, y entonces me di cuenta de que yo si lo quería.

martes, 20 de agosto de 2013

La guerra, te arrebata cuanto tienes. Capítulo 2


-Verás niña, es una historia muy larga, no sé si quienes te estén esperando esperarán tanto.
-Que esperen, no importa, y sino que se vayan sin mi. Quiero oír su historia.
-Acomódate: La historia, comienza al principio de la segunda guerra mundial, no recuerdo la fecha exacta, pero jamás olvidaré aquella época. Por aquel entonces, yo solo era una niña de doce años a la cual intentaban inculcar el nazismo; aunque nadie lo consiguió. Por suerte, en aquella época digo, yo no era judía, sino ahora no estaría aquí contando mi historia. Sigo sin serlo, pero bueno, ese no es el tema. A principios de la guerra, la mayoría de los hombres fueron recluidos para ir al frente contra las tropas de Gran Bretaña... etc. Como era de esperar los hombres de mi familia también fueron llamados; mi hermano mayor, Baldwin, de solo quince años... Fíjate lo joven que era, mi hermano mediano, Alger, que sólo tenía diez... Y por último mi padre, Adolph, y sí, como Hitler, no me lo recuerdes... Él era un hombre corriente que no se metía con nadie; muy buena gente. Pero por encima de eso amaba su país, y sabía que aunque no estaba de acuerdo con las elecciones de su este entonces, debía ir a defenderlo. Al principio, yo estaba un poco desconcertada, parecía que iban por voluntad propia al no mostrar ni un solo signo de terror o ganas de quedarse en el hogar conmigo, con mi madre, o con mi hermana. No entendía como querían ir a un lugar tan frio, oscuro y horrible como era la guerra.
>Aquel día,  aquellos hermanos que hacían tonterías, se burlaban de mi o se metían en líos, se habían marchado, su niñez, infancia, o simplemente su juventud, había acabado. Aún recuerdo las palabras que mi padre me dijo antes de partir.
  - Pequeña, debes cuidar de mamá y de tu hermana. No puedo prometerte que volveremos, porque ni siquiera yo lo se, pero lo que si puedo prometerte, es... Que lo intentaremos.
>Aquellas palabras se quedaron grabadas en mi memoria, y jamás las olvidaré. Poco después, abrieron la puerta y se fueron. Al poco tiempo de ellos marchar, en cuestión de unas semanas, mi madre al ver la casa tan vacía y al añorar tanto a su marido, entró en una profunda depresión. Tuve que abandonar el colegio y quedarme en casa cuidando de mamá y de la bebé, Edwina. Pasé un año encargándome de ellas, sin ayuda, con un poco de dinero que me ganaba yo algunas tardes al ir a limpiar a casa del vecino; el único hombre de nuestra ciudad que no había tenido que ir a la guerra, no me pagaba bien, pero aquel sueldo era mejor que nada. Yo de lo que me daba, me quedaba para mi hucha una cuarta parte por si ocurría alguna urgencia y necesitábamos dinero.
> Con el paso de un año, comprendí que lo más probable era que ningún hombre de mi familia volviera a casa. Supongo, que mi madre también lo comprendió y comenzó a luchar contra la depresión que la tenía presa y alejada de nosotras. Edwina, había comenzado a hablar, y es que le faltaba poco para cumplir dos años. En realidad, quitando la guerra, la vida sonreía un poco a mi familia. Mi madre volvió a trabajar y a cuidar de la pequeña, lo que me permitió a mi regresar al cole, cosa que no hice, pero no importaba. Seguí trabajando para el vecino, pero ahora, en vez de una cuarta parte, me lo quedaba entero.
> En el mes de mayo de ese año, cuando la peque cumplía dos años, enfermó; qué le pasaba? Nadie lo sabía, en la ciudad solo había mujeres, y el único médico que conocíamos era muy caro y estaba en otra ciudad, pero bueno; saqué todos mis ahorros, que no eran pocos pero tampoco muchos, y pudimos ir a ver al médico. Le diagnosticó cáncer de pulmón en fase avanzada, y que ya no se podía hacer nada; la pequeña, moriría. Fue un duro golpe, saber que Edwina nos abandonaría, que no volvería a ver a su padre, ni a sus hermanos, ni ellos a ella. No sabíamos que hacer, por lo que la llevamos de vuelta a casa, para que por lo menos, pudiese celebrar el cumpleaños en casita, con nosotras. Por desgracia, eso no fue así... Murió el 9 de mayo de 1940, una semana antes de su cumpleaños, el 20 de mayo... La guerra, te quita muchas cosas, te arrebata cuanto tienes y te deja... Seco.

lunes, 19 de agosto de 2013

I've never changed who I am- Capítulo 1

Seguramente, ni la foto ni el título, tengan nada que ver con esta historia, y es que, esto no es una historia, puesto que no está acabada. Allá va...
Veréis, hace unas semanas, tuve la oportunidad de conocer a una mujer muy interesante en un bar del centro. Ella, se llamaba Victoria, de apellido? No me lo dijo, edad? No pregunté, no era importante para ella, y en cierto modo, para mi tampoco. Sin más, comenzó a hablarme, de qué? Al principio no prestaba atención, estaba bebiendo mi zumo de naranja recién exprimido. Pero poco después, Victoria me hizo una pregunta:
-Está bueno?
-Sí, pídase usted uno.-Pensé para que dejara de hablar y me dejara tomarme el zumo agusto.
Para mi desgracia, o eso creía, no aceptó mi sugerencia, y poco después, al acabarme yo mi zumo, poco antes de ir a levantarme para irme, me hizo otra pregunta.
- Quieres oír una historia joven?
- Me llamo Esmeralda, y la verdad es que debería irme, me esperan.
- Bueno joven, espero volver a verte.
Me giré y la miré a los ojos, y en ellos vi, que el tiempo que me quedara con ella, no sería tiempo desperdiciado.
-Quiero oír su historia.

Breve resumen.

Vamos a comenzar la aventura. Nací en México, hace 17 años; por alguna razón, que desconozco, mis padres bilógicos no me querían como deberían, por lo que me dieron en adopción. Vale, para que nos conozcamos mejor me dejaron en la puerta de la casa cuna. Bueno, esta, por obligación tiene que esperar un año por si alguien me reclamaba, cosa que no ocurrió. A los 14 meses mi padres, los actuales, y para mi los únicos, me adoptaron y me trajeron a España. Años y años después, aquí me encuentro, escribiendo para unos desconocidos, o peor, para nadie. Bueno, continuemos la historia, resultaba que yo tenía un hermano, al cual habían adoptado antes, del cual me surge la duda si es mi hermano biológico o no... Si es biológico... Nuestros padres son tontos, tras abandonar a uno, no tuvieron bastante? Por dios... Condón... Pero bueno, en realidad les debo la vida sea como fuere. Ese hermano, siempre se ha metido conmigo, como todos los hermano mayores pensareis, si es que hay alguien que lee esto, pero bueno, yo sabía que en el fondo, por muy lejos que eso estuviera de la superficie, me quería, y me sigue queriendo.. Bueno, fui al cole... Aprobaba siempre, menos inglés... se me da fatal etc... Conocía a gente que siempre va a formar parte, de una manera u otra, de mi vida por haber pasado por ella. Unos han marcado más que otros, y otros siguen marcando día a día, ya sea en persona o su simple recuerdo. Pero bueno, la vida es así no? Da igual, en la actualidad, soy... En líneas generales, una... Escritora, devoradora de libros, amante de los Gigantes, lectora de mentes, creadora y destructora de sonrisas. Y supongo que aquí acaba la presentación, espero que si alguien lee esto, también lea mis próximas publicaciones que ya no tendrán que ver sobre mi, sino sobre la escritura... Oh... La escritura, mi ama, mi amante, mi condena, mi vida.