martes, 20 de agosto de 2013

La guerra, te arrebata cuanto tienes. Capítulo 2


-Verás niña, es una historia muy larga, no sé si quienes te estén esperando esperarán tanto.
-Que esperen, no importa, y sino que se vayan sin mi. Quiero oír su historia.
-Acomódate: La historia, comienza al principio de la segunda guerra mundial, no recuerdo la fecha exacta, pero jamás olvidaré aquella época. Por aquel entonces, yo solo era una niña de doce años a la cual intentaban inculcar el nazismo; aunque nadie lo consiguió. Por suerte, en aquella época digo, yo no era judía, sino ahora no estaría aquí contando mi historia. Sigo sin serlo, pero bueno, ese no es el tema. A principios de la guerra, la mayoría de los hombres fueron recluidos para ir al frente contra las tropas de Gran Bretaña... etc. Como era de esperar los hombres de mi familia también fueron llamados; mi hermano mayor, Baldwin, de solo quince años... Fíjate lo joven que era, mi hermano mediano, Alger, que sólo tenía diez... Y por último mi padre, Adolph, y sí, como Hitler, no me lo recuerdes... Él era un hombre corriente que no se metía con nadie; muy buena gente. Pero por encima de eso amaba su país, y sabía que aunque no estaba de acuerdo con las elecciones de su este entonces, debía ir a defenderlo. Al principio, yo estaba un poco desconcertada, parecía que iban por voluntad propia al no mostrar ni un solo signo de terror o ganas de quedarse en el hogar conmigo, con mi madre, o con mi hermana. No entendía como querían ir a un lugar tan frio, oscuro y horrible como era la guerra.
>Aquel día,  aquellos hermanos que hacían tonterías, se burlaban de mi o se metían en líos, se habían marchado, su niñez, infancia, o simplemente su juventud, había acabado. Aún recuerdo las palabras que mi padre me dijo antes de partir.
  - Pequeña, debes cuidar de mamá y de tu hermana. No puedo prometerte que volveremos, porque ni siquiera yo lo se, pero lo que si puedo prometerte, es... Que lo intentaremos.
>Aquellas palabras se quedaron grabadas en mi memoria, y jamás las olvidaré. Poco después, abrieron la puerta y se fueron. Al poco tiempo de ellos marchar, en cuestión de unas semanas, mi madre al ver la casa tan vacía y al añorar tanto a su marido, entró en una profunda depresión. Tuve que abandonar el colegio y quedarme en casa cuidando de mamá y de la bebé, Edwina. Pasé un año encargándome de ellas, sin ayuda, con un poco de dinero que me ganaba yo algunas tardes al ir a limpiar a casa del vecino; el único hombre de nuestra ciudad que no había tenido que ir a la guerra, no me pagaba bien, pero aquel sueldo era mejor que nada. Yo de lo que me daba, me quedaba para mi hucha una cuarta parte por si ocurría alguna urgencia y necesitábamos dinero.
> Con el paso de un año, comprendí que lo más probable era que ningún hombre de mi familia volviera a casa. Supongo, que mi madre también lo comprendió y comenzó a luchar contra la depresión que la tenía presa y alejada de nosotras. Edwina, había comenzado a hablar, y es que le faltaba poco para cumplir dos años. En realidad, quitando la guerra, la vida sonreía un poco a mi familia. Mi madre volvió a trabajar y a cuidar de la pequeña, lo que me permitió a mi regresar al cole, cosa que no hice, pero no importaba. Seguí trabajando para el vecino, pero ahora, en vez de una cuarta parte, me lo quedaba entero.
> En el mes de mayo de ese año, cuando la peque cumplía dos años, enfermó; qué le pasaba? Nadie lo sabía, en la ciudad solo había mujeres, y el único médico que conocíamos era muy caro y estaba en otra ciudad, pero bueno; saqué todos mis ahorros, que no eran pocos pero tampoco muchos, y pudimos ir a ver al médico. Le diagnosticó cáncer de pulmón en fase avanzada, y que ya no se podía hacer nada; la pequeña, moriría. Fue un duro golpe, saber que Edwina nos abandonaría, que no volvería a ver a su padre, ni a sus hermanos, ni ellos a ella. No sabíamos que hacer, por lo que la llevamos de vuelta a casa, para que por lo menos, pudiese celebrar el cumpleaños en casita, con nosotras. Por desgracia, eso no fue así... Murió el 9 de mayo de 1940, una semana antes de su cumpleaños, el 20 de mayo... La guerra, te quita muchas cosas, te arrebata cuanto tienes y te deja... Seco.

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